«Operación DEN»

La bancada popular aplaude a Mariano Rajoy durante el Debate sobre el Estado de la Nación. Foto: Reuters.

Mi columna de opinión para Canal Litera (27.02.2014)

¿Viste lo del Évole? Fue una frase muy repetida el pasado lunes. El programa generó opiniones para todos los gustos y el debate estaba asegurado, además de una gran cuota de pantalla sin duda gracias al despliegue publicitario que hizo el grupo Atresmedia.

Muchos de los que vieron “Operación Palace” mostraban su indignación al día siguiente en las redes sociales o en artículos de opinión. Indignación comprensible por aquello de que los medios de comunicación deben tener una responsabilidad social. Además de que una de las normas éticas que no deberían saltarse es la de separar convenientemente la opinión (esto mismo que yo escribo en forma de columna cada semana, con algunas frases en primera persona que denotan que es mi opinión y no la del medio en el que publico) y la información (la cual tiende a la objetividad, esa que no existe pero que no hay que dejar de buscar ofreciendo diferentes versiones de los hechos, por ejemplo). Algunos se enfadaron porque, bajo un formato de reportaje, nos metieron una farsa. Muchos dijeron que el equipo de Salvados había tratado al espectador como un idiota.

Ante las críticas Évole se justificaba diciendo que muchos periódicos mienten en sus portadas pero después la contraportada no te avisa de que todo era un cuento. Yo os digo que muchos canales de televisión nos cuentan mentiras en forma de informativo y tampoco nadie nos avisa al final. Pero hoy quería hablar del Debate sobre el Estado de la Nación. Concretamente del discurso con el que lo inauguró Mariano Rajoy. Nuestro presidente nos contaba el pasado martes que uno de los principios de gobierno aplicados sin excepción ha sido “la búsqueda de un reparto equitativo de las cargas cuando ha habido que tomar decisiones difíciles”. Así es, Rajoy aseguró en el hemiciclo que han pagado más los que más tienen. Eminentemente paternalista también aseguró que “tenemos que acostumbrarnos a gastar lo que tenemos y a pagar lo que se debe”, volviendo a aquello cien mil veces repetido de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Y continúo: “Igualmente debemos congratularnos de que en esta difícil travesía España haya conseguido evitar un rescate global de nuestra economía que habría supuesto más impuestos, menos pensiones y menos crecimiento”. ¿Cree que somos idiotas? ¿O mejor le quito los interrogantes? Podríamos analizar aquí muchas frases de las que dijo el presidente de todos los españoles, de los de Sacyr y de los que emigran. Pero voy a terminar ya con una más: “De lo acaecido desde el último Debate del Estado de la Nación podemos extraer varias enseñanzas. En primer lugar, que la Unión Europea es un marco vital para España, a quien ha demostrado su solidaridad cuando ha sido necesario. Sirva como ejemplo la línea de crédito para sanear parte de nuestro sistema financiero que, como dije antes, ha concluido con éxito”. ¿Con éxito para quién? No creo que haya sido un éxito para los 400.000 desahucios llevados a cabo por no se sabe qué bancos porque los medios de comunicación omiten el dato. Y tampoco creo que haya sido un éxito para el Gobierno, que ha prestado unos 200.000 millones de euros de dinero público a los bancos que financiaron la construcción. Es decir, dinero de todos, de los de Sacyr y de los que emigran. Por supuesto estas cifras no son exactas debido a la opacidad de los datos oficiales, razón de menos para presumir de transparencia.

Seguramente usted ya se ha dado cuenta y se ha sentido como un idiota cuando un político habla. No se preocupe, usted no es idiota. Pero es normal sentirse así cuando desde el asiento del Congreso un político nos asegura que los sueldos no han bajado. Cuando otra cuenta que la pobreza está disminuyendo. Cuando los líderes de los partidos mayoritarios empiezan con el cansino “y tú más”. Cuando yo dije, cuando usted hizo. Cuando desaceleración, cuando recuperación, cuando ajustes estructurales y la Virgen del Rocío.

Por cierto, ni una palabra de los recortes en educación y sanidad, ni de las mareas ciudadanas, los desahucios, los derechos de las mujeres para decidir su maternidad, ni de las muertes de 15 jóvenes inmigrantes. Ni una palabra y ni una responsabilidad. Todo teatro.